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9 junio 2023

En memoria del Negro Chouy

Por Rodolfo M. Irigoyen

Obituarios de Hoy

En memoria del Negro Chouy

Era de la época en que Negrito era un niño, Negro era un hombre, y Negrazo era el capitán del Campeón del Mundo de fútbol o de los pesos pesados en el boxeo. Todo lo cual no solo se podía decir, sino que se decía con orgullo. Tal vez por eso, el Negro Chouy fue capaz de realizar la alquimia de fundir todos esos atributos en una sola persona: la ternura del niño, la dignidad del hombre, la grandeza del héroe.

De esa amalgama surgió un ejemplar de la cada vez menos numerosa legión de los imprescindibles, especie en vías de extinción, juicio este último con el que sin duda coincidiría. Una de las características de esos individuos es la de que son en la vida lo que realmente quieren ser, y no lo que su entorno familiar o la sociedad espera de ellos, algo así como "adonde podría haber llegado".

Porque pudo haber sido un malcriado ("niñato" dirían los gallegos) producto del ominoso vaivén de las cunas de oro, y en cambio fue el inolvidable compañero de todos los condiscípulos de escuela y liceo, ¡y el novio de la más linda de la clase!, como, para nuestra insana envidia, el malvado gustaba rememorar.

Estuvo a un par de pasos de ser el abogado -como las expectativas paternas, y quizá hasta incluso políticas- lo esperaban. Pero se negó a darlos por no aceptar que lo evaluara o firmara el título una autoridad ilegítima, impuesta por la fuerza (quizá por temor a que le quedara con alguna falta de ortografía...)

Y se largó a vivir la vida. De Procurador, en Estudios de amigos abogados, de aprendiz de tambero o ganadero arrendatario, volviendo, junto con socios camperos, a sus raíces rurales, donde gana alguna batalla y pierde alguna guerra. Finalmente cierra el periplo laboral como reconocido periodista agropecuario, respaldado por sus conocimientos del sector y una pluma con el filo del acero toledano.

Roque García
Roque García
Roque García

Pero junto y por encima de la actividad laboral, su principio rector fue el de vivir, vivir para cultivar la amistad y el amor, para ayudar al necesitado o acompañar al solitario, para burlarse del vacuo y del pretencioso, para animar con humor e inteligencia, tanto la rueda del boliche como el asado, intercambiando de igual a igual, con hombres y mujeres, bromas sobre "género" y temas aledaños.

El destino le dio el temprano y terrible golpe de llevarse al Fede. Se las remedió como pudo, con la familia de sus nietas, sus compañeras de vida, el Gabo y el Rafa. Y con sus amigos, los que ahora no sabemos cómo carajo nos la vamos a arreglar para disimular el enorme vacío que nos deja su partida.

Nos vemos en cualquier momento, Negro. Tal vez sean pretensiones mías, pero siento que aún tenemos un par de espadeos a dilucidar. Claro, que como siempre, me llevarás ventaja, porque dios, si es que existe, a estas (y en esas) alturas ya ha de ser amigo tuyo, y como juez supremo, te declarará vencedor. Como pasaba acá abajo, vamos, aunque los jueces (o juezas) fueran mucho menos competentes.

Abrazo Negro, hasta pronto.

Rodolfo M. Irigoyen

Fuente: UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias


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